QUE EL SEÑOR RESPLANDEZCA CON SU GRACIA Y AMOR SOBRE USTED

Mientras oraba sobre lo que debería compartir en este mensaje, el Espíritu de Dios me impresionó fuertemente a hablar con usted de la fidelidad de Dios.

“Nunca decayeron sus misericordias; nuevas son cada mañana. ¡Grande es tu fidelidad! (Lamentaciones 3:22-23).

Yo quiero dirigirme a aquellos lectores que le han fallado al Señor. Tal vez usted ha tropezado. Quizás usted se ha relajado en su lectura de la Biblia. O, tal vez usted ha roto un mandamiento, pecando contra el Señor. Puede que usted esté bajo el dominio de un pecado que lo asedia. Cualquiera que sea su situación, usted puede estar abrumado con miedo, culpa e incredulidad. Usted sabe que Dios dijo que él juzgará toda forma de pecado, y ese conocimiento ha llegado a ser una carga de temor para usted, porque usted sabe que el Señor es fiel a su Palabra.

PERO DIOS TAMBIÉN ES FIEL EN LA MISERICORDIA. En el Salmo 89 encontramos unas de las palabras más sanadoras y de más ánimo en todas las Escrituras. Dios dice:

“Hallé a David mi siervo… Mi mano estará siempre con él…Quebrantaré delante de él a sus enemigos. Mi verdad y mi misericordia estarán con él…Yo también le pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra” (89:20-27).

Este Salmo se refiere a Cristo. Y es aquí que el Padre establece cierto pacto con su Hijo:

“Para siempre le conservaré mi misericordia, y mi pacto será firme con él” (89:28).

Amados, el mismo pacto que Dios hizo con Cristo, lo hizo con todos sus hijos.

“Pondré su descendencia [hijos] para siempre… Si dejaren sus hijos mi ley… y no guardaren mis mandamientos, entonces castigaré con vara su rebelión, y con azotes sus iniquidades. Mas no quitaré de él mi misericordia, ni falsearé mi verdad. No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios” (89:29-34).

Piense en ello: Dios ha hecho un pacto de nunca quitar su amante misericordia de cualquiera que esté en Cristo. Él nos disciplinará con su vara de corrección, pero él lo hará en misericordia, amor y compasión – porque el Señor al que ama, disciplina. Él le seguirá siendo fiel en su prueba, invistiéndolo con el poder de su Espíritu. Cristo no se dará por vencido con usted; él ha hecho una gloriosa promesa de tenerlo siempre: “Pondré su descendencia (hijos) para siempre” (89:36).

Dele gracias al Señor por su amante misericordia en las mañanas. Y luego agradézcale cada noche por su fidelidad (ver Salmo 92:1-2). Por fe, reciba esta palabra sanadora.