VEN AL MONTE SANTO DE DIOS

Isaías predijo la humillación de Satanás y vió también como Dios derribó todo el poder y orgullo de los principados del mal. "Porque la mano de Jehová reposará en este monte; pero Moab será hollado en su mismo sitio, como es hollada la paja en el muladar" (Isaías 25:10).

Isaías deja claro que: La humillación de Satanás sucede en la montaña, en el lugar de oración y adoración, donde se manifiesta la presencia de Cristo. Moab aquí era un enemigo real de Israel. Pero se convirtió en un símbolo que representaba todo lo que era malvado y satánico.

Pedro predicó que la visión de Isaías ya se estaba cumpliendo en la iglesia en Jerusalén. “Pero Dios ha cumplido así lo que antes había anunciado por boca de todos sus profetas: que su Cristo habría de padecer. Así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio" (Hechos 3:18-19). Pedro razonó que si las profecías sobre Cristo fueron cumplidas a la letra, entonces todas las otras profecías se cumplirían. Y eso incluía tiempos de refrigerio al estar en la presencia del Señor.

Isaías refirió a tales tiempos de refrigerio o reposo (Ver Isaías 28:12). Éstos son tiempos cuando Dios elige avivar y sanar, no lo hace porque lo hemos ganado, sino para la gloria de Su propio nombre. Pedro vio esto cumplido en Pentecostés: La presencia de Cristo fue manifestada, trayendo avivamiento y refrigerio a una muchedumbre de millares. Multitudes fueron liberadas, incluyendo familias completas. Vemos esto más adelante cuando Pedro llevo la presencia de Jesús a la casa de Cornelio, y la casa entera fue salvada.

Ahora mismo, creo que ya estamos en el comienzo del último avivamiento. Vamos a ver a familias sacadas del cautiverio. Será removido el velo de millones de personas que habían vuelto atrás, e hijos rebeldes serán restaurados a sus padres. ¿Cuál es nuestra parte? Debemos hacer como Daniel cuando leyó la profecía de Jeremías y discernió los tiempos: "Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza" (Daniel 9:3). Daniel hizo lo que todos somos llamados a hacer: ir al monte santo de Dios. ¡Ojalá que cada siervo fiel de Jesucristo en estos últimos días se encuentre allí!