LA PRESENCIA DE JESUS

¿Las personas que te visitan perciben la presencia de Jesús en tu casa? El aroma de Su santidad, ¿impregna a tu familia, tu matrimonio y tus relaciones? ¿Hay las lágrimas de intercesión por miembros de tu familia, clamores de quebrantamiento, un deseo sincero de arreglar todo lo malo? ¿O, gobierna la carne?

Cada hogar cristiano debe ser un lugar elevado, una montaña de separación del mundo y la carne, un vestíbulo santo de banquete con Cristo. Sin embargo, esto no sucede en muchos hogares cristianos porque han sido contaminados por la suciedad. Se le da permiso de entrada a la maldad obscena y vil a través de la TV, de películas y del Internet.

Cuan asombrados deben estar los ángeles mientras presencian tal maldad en hogares que deberían estar cultivando la presencia de Jesús. Multitudes de cristianos ahora pasan su tiempo entreteniéndose en la pornografía del Internet, alquilando videos sensuales, bebiendo la corrupción en la TV y aún van a los cines y pagan para oír el nombre de Cristo siendo blasfemado. Y luego se preguntan por qué la sombra de la muerte espiritual merodea sobre sus hogares.

Es la obra del Espíritu Santo traer y mantener la presencia y el poder de Cristo en nuestros hogares, en nuestras iglesias y en nuestros corazones. Pero multitudes siguen contristando el Espíritu con idolatría. ¿Qué sentido tiene que oremos por nuestros seres queridos inconversos, cuando nuestros propios hogares están contaminados?

Dios se propone obrar una serie asombrosa de milagros que impactarán nuestras mentes y corazones. Y Él ha planeado todo esto desde antes que el mundo existiera. Si él ha ideado tal plan del pacto, entonces debe suceder y sucederá. Sin embargo, algunos no lograrán llegar a la mesa de banquete. Aquellos que se han vuelto tibios, que aman la comodidad, gente que se ha entregado a la locura del mundo por la búsqueda de placer, ningunos de ellos estarán en el banquete.

El profeta Isaías describe a aquellos que están presentes a la mesa del banquete de la siguiente manera: “Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de vinos refinados, de gruesos tuétanos y de vinos purificados” (Isaías 25:6). Esto habla de un pueblo que no está satisfecho solamente con la leche de la palabra de Dios. Estos siervos aman la corrección de su Señor. Tienen hambre de la verdad sustanciosa, de una palabra santa de pastores probados y de un mensaje encendido por el Espíritu Santo. Y ellos buscan la palabra de Dios diariamente para sí mismos, sedientos por probar Su vino refinado y añejado.