TESTIGOS

En el día del Juicio el Juez, Jesucristo, llamará a Sus testigos y ellos testificarán ya sea a favor o en contra tuya.

El primer testigo es la Palabra de Dios misma: “El que me rechaza, y no recibe Mis palabras, tiene quien le juzgue; la Palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.” [Juan 12:48]

Habrá que dar cuentas de cada sermón o canto evangelístico escuchado; de cada versículo de la Biblia o folleto leído. Jesús dice: “Cada palabra que he hablado te juzgará en ese día. ¡Mi Palabra será testigo!”. Se levantarán testigos tales como los hombres de Nínive, los hombres de Sodoma y la reina de Sabá.

Jesús dice: “Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar. La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará”. [Mateo 12:41-42]

Cuando estés ante el Juez y su libro sea abierto, la vasta multitud de ninivitas darán un paso al frente, los que murieron en el holocausto de Sodoma y Gomorra vendrán al frente, así como los de Tiro y Sidón. Los malvados te rodearán, asombrados de la gran lista de oportunidades que tuviste de recibir la Palabra de Dios: Biblias, radio, televisión, maestros, testigos, amigos, familia.

Ellos clamarán: “El juicio de éste hombre debe ser peor que el nuestro. ¿Cómo pudo rechazar tantas oportunidades y negar tan poderosa luz?. Nosotros no tuvimos Biblia, ni recordatorios constantes, ninguna segunda oportunidad. ¡Pero él tuvo todo esto!”

Jesús dice que Sodoma se hubiera arrepentido si hubiera escuchado una pequeña parte de la predicación del evangelio que tú has escuchado: “Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy” [Mateo 11:23].

Predicadores y pastores serán llamados como testigos: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones” [Mateo 24:14]

Nosotros los pastores tendremos que ponernos de pie y pasar a testificar que tú asistías a la casa de Dios, que escuchaste la predicación del Evangelio y confirmar ante el Juez de toda la tierra de cada verdad que escuchaste, sea esto a favor o en contra tuya.