GRACIA Y PAZ PARA USTED DE PARTE DE DIOS, NUESTRO PADRE

“Por nada estéis angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).

Yo creo que la oración mezclada con fe es la respuesta para todo. Pablo dice aquí, “en toda oración” - que significa, “oren por todo. Y den gracias que vuestras peticiones serán escuchadas y respondidas.” Se nos dice que oremos como nuestra primera opción, no después de que hemos intentado todo lo demás en vano. “Buscad primero el Reino de Dios” (Mateo 6:33, mis cursivas).

Muchos cristianos hoy día están siendo saqueados por Satanás. Sus hogares están siendo agitados. Muchos están siendo inundados de miedo y culpa, y se encuentran con problemas por todos lados. Los conflictos que leemos en las cartas que son enviadas a nuestro ministerio son abrumadores.

Sin embargo, la realidad es que muy pocos creyentes que están enfrentando dificultades buscan al Señor en ferviente oración. Actualmente no muchas personas dedican un tiempo exclusivo, consistente y diario de oración con Dios. Muy a menudo, la desesperación se establece en ellos debido a que no van al lugar secreto a descargar sus almas y a vaciar sus penas ante el Señor. En lugar de esto, les cuentan todos sus problemas a sus amigos, pastores, consejeros – y descuidan al Señor, quien los espera para estar a solas con ellos. Oramos como último recurso.

¿Podrá Dios estar entristecido con esta generación de la misma manera que lo estaba con Israel? Él dijo sobre ellos, “Mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días” (Jeremías 2:32).

Dios se complace cuando corremos a él primero, cuando nos damos un tiempo especial para estar con él, derramando nuestros sentimientos profundos y exponiendo nuestras peticiones delante de él. No tenemos derecho a decir que amamos al Señor si no pasamos tiempo regularmente con él. Él escuchará nuestras oraciones y las contestará. Pero él necesita que usted esté con él a solas para que él pueda hablarle en un momento de silencio.

Mientras voy diariamente a la santa presencia del Señor, mi petición más constante es que el Espíritu Santo me abra a la Palabra de Dios con el fin de ser un verdadero oráculo para él. Yo confío en él, en que mis mensajes dirigidos a su cuerpo serán edificantes, convincentes y que provocarán a los creyentes a caminar en justicia.

Dedique un tiempo de calidad con él, confiándole a él todas sus peticiones.