CONSUMIDOS POR EL AMOR A DIOS by Gary Wilkerson
Hay muchas voces en nuestra cultura nos instan a tener la mejor vida que podamos. Este concepto se ha traducido en la forma en la que muchos cristianos ven a la iglesia. Ellos piensan que Dios debe bendecirlos con todo lo que desean en la vida. Pero esa no es la manera en la que Dios nos bendice. Sí, Él busca darnos el bien, pero el nombre que debe alzarse como nuestro enfoque central es el suyo, no el nuestro.
Cuando Jesús volteó todas aquellas mesas en el templo, exclamó: "¡Quitad esto de aquí!" (Juan 2:16). De la misma manera hoy en día, nuestros templos deben ser limpiados de todo lo que toma el lugar de Su legítimo señorío. Dios envía a Jesús para deshacerse de esas cosas, para preparar lugar para las cosas con las que Él quiere llenarnos. Él quiere que nuestro templo sea una vez más una casa de oración, de fe y de victoria del reino.
"Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume" (Juan 2:17). Cuando Jesús expulsó a los cambistas, los discípulos recibieron una imagen de cómo se veía la pasión por Dios en realidad. Las acciones de Jesús parecían duras, pero en realidad demostraban la gracia amorosa de Dios.
Hoy, muchos cristianos piensan en la gracia de Dios como una excusa apasionada en lugar de encenderla. Pero la gracia nunca nos es dada para dejarnos en un lugar de la apatía. Lo contrario es cierto: Cuando se aplica la gracia de Dios en nuestras vidas, nos apasiona con celo. Nos hace más circunspectos de corazón, más deseosos de una vida limpia, más celosos de que el Espíritu Santo obre en nosotros y a través de nosotros.
De hecho, la gracia evoca emociones fuertes. La Escritura dice que cuando los discípulos de Jesús vieron a su Maestro en acción, ellos "se acordaron". Estos hombres devotos habían olvidado cómo era el celo por Dios. Ahora, mientras Jesús expulsaba a los cambistas, sus corazones se agitaban por haberlo entendido: "¡Esto es lo que significa ser consumido por el amor a Dios!"
¿Te han robado tu celo? ¿El cristianismo casual o el consumismo ha vencido a tu pasión por Jesús? Invítalo hoy a voltear las mesas en tu corazón. Que Su nombre rija con supremacía en tu culto, evocando emociones fuertes. Y que Él traiga a tu memoria el celo que consume su corazón para servir a tu gran y santo Dios. ¡Amén!
Cuando Jesús volteó todas aquellas mesas en el templo, exclamó: "¡Quitad esto de aquí!" (Juan 2:16). De la misma manera hoy en día, nuestros templos deben ser limpiados de todo lo que toma el lugar de Su legítimo señorío. Dios envía a Jesús para deshacerse de esas cosas, para preparar lugar para las cosas con las que Él quiere llenarnos. Él quiere que nuestro templo sea una vez más una casa de oración, de fe y de victoria del reino.
"Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume" (Juan 2:17). Cuando Jesús expulsó a los cambistas, los discípulos recibieron una imagen de cómo se veía la pasión por Dios en realidad. Las acciones de Jesús parecían duras, pero en realidad demostraban la gracia amorosa de Dios.
Hoy, muchos cristianos piensan en la gracia de Dios como una excusa apasionada en lugar de encenderla. Pero la gracia nunca nos es dada para dejarnos en un lugar de la apatía. Lo contrario es cierto: Cuando se aplica la gracia de Dios en nuestras vidas, nos apasiona con celo. Nos hace más circunspectos de corazón, más deseosos de una vida limpia, más celosos de que el Espíritu Santo obre en nosotros y a través de nosotros.
De hecho, la gracia evoca emociones fuertes. La Escritura dice que cuando los discípulos de Jesús vieron a su Maestro en acción, ellos "se acordaron". Estos hombres devotos habían olvidado cómo era el celo por Dios. Ahora, mientras Jesús expulsaba a los cambistas, sus corazones se agitaban por haberlo entendido: "¡Esto es lo que significa ser consumido por el amor a Dios!"
¿Te han robado tu celo? ¿El cristianismo casual o el consumismo ha vencido a tu pasión por Jesús? Invítalo hoy a voltear las mesas en tu corazón. Que Su nombre rija con supremacía en tu culto, evocando emociones fuertes. Y que Él traiga a tu memoria el celo que consume su corazón para servir a tu gran y santo Dios. ¡Amén!