MANTENIENDO EL ESPÍRITU DEL REGOCIJO

Dios oyó el clamor de los israelitas y mostró misericordia para ellos. Él cambió su llanto en alegría, permitiendo que ellos gritaran y se regocijaran. Y ahora Él los llamó a congregarse para otra reunión.

Si el gozo de Israel iba a ser mantenido, si no se iba a perder otra vez, Dios tenía que escarbar más profundo. Ciertas áreas en las vidas de las personas todavía no estaban de acuerdo a Su Palabra. Sin embargo, el Señor había permitido que todos se regocijaran por una temporada, porque Él quería que ellos supieran que estaban seguros. Ahora, en este estado de aceptación y gozo, Él les pidió a ellos que se comprometieran a tener una mayor separación del mundo.

Dios le dijo a estas almas gozosas: "Estoy complacido con ustedes. Ustedes han honrado Mi Palabra, arrepintiéndose de sus pecados, regocijándose en Mi misericordia y prometiéndome obediencia. Ahora es el tiempo de que ustedes actúen en Mi amor. Yo quiero que se separen totalmente y que se rompan completamente toda influencia mundana que ha invadido sus corazones y hogares".

Como pueden ver, mientras los israelitas estuvieron en cautiverio, se sintieron cómodos con los paganos, adoptando su idioma y costumbres. Hombres israelitas se habían casado con mujeres paganas y mujeres israelitas habían comprado maridos paganos por medio de dotes. Los israelitas también habían permitido que cosas paganas vinieran a ser parte de la adoración en la casa de Dios.

Amados, no podemos llenarnos de Cristo si no continuamos aumentando nuestra separación de este mundo. Si nuestra forma de pensar no se está volviendo cada vez más celestial y menos como los inconversos que nos rodean, poco a poco perderemos todo el gozo de nuestro arrepentimiento.

Israel no quería perder su gran espíritu de regocijo, así que se congregaron otra vez para obedecer a Dios en este asunto: "Y ya se había apartado la descendencia de Israel de todos los extranjeros; y estando en pie, confesaron sus pecados, y las iniquidades de sus padres" (Nehemías 9:2).

“Se reunieron…para protestar y jurar que andarían en la ley de Dios…que no daríamos nuestras hijas a los pueblos de la tierra, ni tomaríamos sus hijas para nuestros hijos” (10:29-30).

¿Cómo mantenemos el gozo del Señor? Lo hacemos de la misma forma en la que obtuvimos Su gozo al comienzo. Primero, amamos, honramos y tenemos hambre de la Palabra de Dios. Segundo, caminamos continuamente en arrepentimiento. Y, tercero, nos apartamos de las influencias mundanas.