GOZO QUE SATISFACE EL ALMA

Lo que falta en multitud de iglesias hoy en día es lo más necesario para el perdido: el gozo genuino que satisface el alma.

A menudo escucho a cristianos que dicen: “Oramos por un avivamiento en nuestra iglesia”. Pero yo digo que no puede suceder solamente con la oración, no puede haber tal despertar a menos que tanto el Pastor como la gente deseen diligentemente la Palabra de Dios, y deben someter sus vidas totalmente a ser gobernados por las Escrituras. No podemos obtener el gozo del cielo hasta que la Palabra pura nos haya convencido de pecado, rompiendo todo el orgullo, los prejuicios y la falsa dignidad.

Cuando David desobedeció las instrucciones del Señor, perdió el gozo del Señor. Ese gozo sólo podía ser restaurado por el verdadero arrepentimiento, así que oró:

“Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí… purifícame...” (Salmo 51:2-3,7). David también oró para recuperar lo que había perdido: “Vuélveme el gozo de tu salvación” (Versículo 12).

Creo que esto explica el manto de muerte que se cierne sobre muchas iglesias hoy. En resumen, hay pecado en el campamento, y es imposible mantener el gozo del Señor si el pecado está presente. ¿Cómo podría el Espíritu Santo derramar gozo sobre un pueblo que continúa dándose al adulterio, adicciones y materialismo, viviendo como los que no salvos?

La gloria del Señor fue traspasada de Silo porque el sumo sacerdote, Eli, se negó a tratar con el pecado en la casa de Dios (Ver 1 Samuel 2:22-36). Eli se había acostumbrado a la vida fácil, y si tú eres adicto al placer, no te sentirás motivado a exponer el pecado. Dios finalmente escribió la palabra "Icabod" sobre la puerta del santuario, es decir, “la gloria se ha ido”. Entonces Silo se mantiene como un ejemplo de lo que le sucede a una iglesia cuando se ignora el pecado: La gloria de Dios, incluyendo todo gozo y alegría, se disipa de los individuos y del cuerpo de Dios.