DESPIERTA NUESTRO ENTENDIMIENTO
“Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento” (2 Pedro 3:1). El mensaje de Pedro acerca del fin del mundo presente y el comienzo de la Tierra nueva fue hecho con el fin de despertar en nosotros una esperanza y evitar que nos arraiguemos a este mundo.
Ésta es la verdad que debe despertar nuestro entendimiento: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas…” (2 Pedro 3:11). Todas esas preciosas personas, todo lo que han obtenido, trabajando toda una vida, para guardarlo y disfrutarlo, ¡se disolverá en un fuego repentino!”.
Intenta imaginarlo: ¡Todas las empresas del Wall Street, todas las oficinas corporativas, todos los bancos, todos los servidores informáticos, se irán! Las Naciones Unidas desaparecerá. Los edificios del Capitolio, estatal y federal, serán consumidos por el fuego. El Fuerte Knox y todo su oro desaparecerán. Ya no habrán plantas de producción, rascacielos, puentes, túneles, aviones, trenes. ¡No quedarán ni siquiera cenizas! La palabra de Dios dice claramente que todas estas cosas “…serán quemadas…deshechas…” (versículos 10-11).
La palabra griega "deshechas” significa “Soltar, romper en pedazos y derretir” En otras palabras, ¡Dios va a romper en pedazos la fiesta! ¡Él va a arrancar a la gente de todos sus deseos pecaminosos y luego derretirá todo en un intenso calor!
Quiero compartir con ustedes una verdad que les ayudará a entender por qué es que el mundo secular nunca te aceptará completamente si es que tu devoción es Jesús. No interesa dónde trabajes: en el banco, en una escuela, limpiando las calles; donde sea, y probablemente has experimentado mucho rechazo, condescendencia e incomprensión, casi no te recompensan por lo que haces; eres perseguido, ridiculizado, hablan a tus espaldas, y te das cuenta de que nunca serás “uno de ellos”. De esta manera no llegas a sentirte cómodo o seguro. ¿Por qué sucede esto?
¡Es el obrar de Dios! Él lo permite para que no quedes arraigado a este mundo transitorio y pasajero. Muchos cristianos se acomodan demasiado en este mundo y acaban por alejarse del Señor. La prosperidad, la aceptación y el reconocimiento capturan sus corazones y sus mentes.
Ésta es la verdad que debe despertar nuestro entendimiento: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas…” (2 Pedro 3:11). Todas esas preciosas personas, todo lo que han obtenido, trabajando toda una vida, para guardarlo y disfrutarlo, ¡se disolverá en un fuego repentino!”.
Intenta imaginarlo: ¡Todas las empresas del Wall Street, todas las oficinas corporativas, todos los bancos, todos los servidores informáticos, se irán! Las Naciones Unidas desaparecerá. Los edificios del Capitolio, estatal y federal, serán consumidos por el fuego. El Fuerte Knox y todo su oro desaparecerán. Ya no habrán plantas de producción, rascacielos, puentes, túneles, aviones, trenes. ¡No quedarán ni siquiera cenizas! La palabra de Dios dice claramente que todas estas cosas “…serán quemadas…deshechas…” (versículos 10-11).
La palabra griega "deshechas” significa “Soltar, romper en pedazos y derretir” En otras palabras, ¡Dios va a romper en pedazos la fiesta! ¡Él va a arrancar a la gente de todos sus deseos pecaminosos y luego derretirá todo en un intenso calor!
Quiero compartir con ustedes una verdad que les ayudará a entender por qué es que el mundo secular nunca te aceptará completamente si es que tu devoción es Jesús. No interesa dónde trabajes: en el banco, en una escuela, limpiando las calles; donde sea, y probablemente has experimentado mucho rechazo, condescendencia e incomprensión, casi no te recompensan por lo que haces; eres perseguido, ridiculizado, hablan a tus espaldas, y te das cuenta de que nunca serás “uno de ellos”. De esta manera no llegas a sentirte cómodo o seguro. ¿Por qué sucede esto?
¡Es el obrar de Dios! Él lo permite para que no quedes arraigado a este mundo transitorio y pasajero. Muchos cristianos se acomodan demasiado en este mundo y acaban por alejarse del Señor. La prosperidad, la aceptación y el reconocimiento capturan sus corazones y sus mentes.