INUNDADO POR LA TORMENTA

¿Está usted enfrentando problemas en su negocio o profesión? Conforme usted lea los siguientes versículos, recuerde que la gente enfocada en su profesión y la gente de negocios aquí son gente de mar que se encuentra navegando en barcos. Las grandes aguas significan el gran mundo de competencia, un océano de actividad.

“Los que descienden al mar en naves y hacen negocio en las muchas aguas, ellos han visto las obras de Jehová y sus maravillas en las profundidades, porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso que encrespa sus olas.... Tiemblan y titubean como ebrios, y toda su ciencia es inútil.” (Salmo 107:23-27).

Estas personas son los amados santos de Dios. Ellos están intimidados por su grandeza y poder, pero una tormenta irrumpe y ésta se encuentra fuera de su control. Esto no es juicio por pecado, sin embargo, repentinamente las olas los inunda, al tragarse su barco. Ellos estan estupefactos por los problemas que tienen por todos lados, y parece que su barco está hundiéndose. De pronto, ellos están confundidos y perplejos: “Sus almas se derriten con el mal” (versículo 26).

Mucha gente enfocada en su profesión me ha dicho, “Esto está mal. No sé qué sucedió pero de repente estoy hecho un desastre.” Ellos fueron capaces de resolver sus propios problemas en el pasado, y escapar de una crisis tras otra. Con esta prueba, sin embargo, parece que no hay escape. Ellos están mental y físicamente exhaustos.

Qué rápido nosotros olvidamos que nuestro amoroso Padre celestial es nuestro socio en nuestro trabajo, a pesa rde nuestra profesión o llamado. Incluso, nada nos sucede sin su involucramiento. Él tiene el poder sobre todas nuestras dificultades y Él tiene una razón y propósito detrás de todas ellas.

¿Qué puede hacer usted cuando su socio de negocios no tiene consejo y consultores no pueden ayudarle? ¿A quién acude usted cuando su esposa, pastor, mejor amigo no tienen nada que decirle? Yo no soy un hombre de negocios pero puedo dirigirlo a los hombres de mar en Salmo 107:

“Entonces en su angustia claman a Jehová, y él los libra de sus aflicciones. Cambia la tempestad en sosiego y se apaciguan sus olas. Luego se alegran, porque se apaciguaron, y así los guía al puerto que deseaban.” (Salmo 107:28-30).