¡LA LLUVIA TARDIA!

“En aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vengan contra Jerusalén. »Pero sobre la casa de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de oración. Mirarán hacia mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por el hijo unigénito, y se afligirán por él como quien se aflige por el primogénito.” (Zacarías 12:9-10).

Esta profecía de Zacarías habla de un llover especial del Espíritu Santo que tomará lugar en los últimos días. Un llover similar al descrito en Joel 2, el cual creo que se refiere al Pentecostés. Este pasaje dice: “Después de esto derramaré mi espíritu sobre todo ser humano, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. También sobre los siervos y las siervas derramaré mi espíritu en aquellos días” (Joel 2:28-29).

¡Esto es exactamente lo que sucedió en el día del Pentecostés! El Espíritu Santo vino como un río de espíritu profético en el Aposento Alto de Jerusalén.

Este “gran llover” también se convirtió en un derramamiento continuo del Espíritu Santo a través de los siglos. Durante aproximadamente 2,000 años, Dios ha derramado como un río su Espíritu Santo sobre Su pueblo. Diariamente su Espíritu Santo llueve sobre Su iglesia y la protege. Isaías hace referencia de esto: “Aquel día cantadle a la viña del vino rojo. Yo, Jehová, la guardo; a cada momento la regaré; la guardaré de noche y de día para que nadie la dañe.”(Isaías 27:2-3)

Los dos lloveres del Espíritu son conocidos como la primer (o temprana) lluvia y la última (o tardía) lluvia: “Si obedecéis cuidadosamente a los mandamientos que yo os prescribo hoy, amando a Jehová, vuestro Dios, y sirviéndolo con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, yo daré la lluvia a vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía, y tú recogerás tu grano, tu vino y tu aceite.” (Deuteronomio 11:13-14).

Las temporadas de siembra y de cosecha en Israel son opuestas a las nuestras. Las primeras lluvias, las cuales suavizan el suelo, acontecen de octubre hasta finales de diciembre, justo antes de la temporada de siembra. Las últimas lluvias hacen madurar a la cosecha y éstas se presentan de marzo a abril, justo antes de la cosecha.

Es importante tomar en cuenta que ambos lloveres siempre han estado vinculados con la cosecha. ¡La obra del Espíritu siempre está enfocada en la cosecha de almas!