¡ETERNAMENTE SUYO!

Quizás piensas, ¿cuántas veces te perdonará el Señor por cometer el mismo pecado una y otra vez? Puedes estar seguro de que Su increíble perdón es ilimitado. Cada vez que pecas, puedes ir a Jesús y encontrar liberación. Sin embargo, el perdón del Señor no es tonto ni ciego. Es cierto que nuestro Padre celestial nos perdona, pero en cierto punto, nos castiga para que no sigamos en ese pecado.

Cuando mis cuatro hijos estaban creciendo, tuve que castigarlos por portarse mal. Los llamaba a mi habitación para pegarles y comenzaban a llorar, gritando: “¡No, papi, lo siento! ¡Por favor, perdóname!”

Yo los perdonaba, pero eso no me detenía de aplicarles la correa. Yo sabía que si no lo hacía, iba a perder significado para ellos, se convertiría en una broma en lugar de una fuente de disciplina. De igual manera, la ley de Dios existe para recordarnos Sus normas santas, Sus caminos ¡y que Él hace lo que dice!

Déjame dejarte con una palabra de esperanza. Si estás en las profundidades ahora mismo por tu pecado, anímate. Él te está castigando a causa de Su tierno amor. ¡Él quiere que sepas lo que es temerle!

Exactamente, ¿qué significa temer al Señor? Significa poder decir: “Sé que mi Padre me ama. Le pertenezco con total seguridad y sé que Él nunca me abandonará. El siente mi dolor cada vez que lucho y es paciente conmigo mientras lucho contra el pecado. Él siempre está listo para perdonarme cada vez que le invoco, pero también sé que nunca va a permitir que continúe desobedeciendo Su Palabra. Mi Padre celestial no impedirá mi corrección ¡porque Él me ama profundamente!”

Ese es el punto de todo. Dios quiere que aceptemos Su perdón para que Le temamos. “Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado” (Salmo 130:4). Una vez que temamos al Señor, querremos más que sólo obedecerle. Querremos agradarle, poner una sonrisa en Su rostro. ¡Ese es el resultado bendito del temor santo de Dios!